En fuga, observadora, testimoniante, velada, narrativa y cinematográfica describió el poeta Carlos Pintado la voz lírica en Lo que transcurre, el más reciente poemario de Odette Alonso, que Ediciones Furtivas tuvo el privilegio de presentar el pasado 6 de julio, en la sede de Books and Books y con la colaboración de Miami Book Fair, como parte de Exergo, nuestra colección de poesía.

Odette leyó varios poemas a los que sumó no solo la singularidad con la que cada autor da voz a sus textos, sino también confesiones sobre las vivencias recreadas en algunos versos. Recordó la génesis del libro, se refirió a la estructuración entrelazada que quiso dar desde el comienzo a los poemas y respondió varias interrogantes del público. Sin embargo, como invitación a la lectura de sus textos y de la poesía en general, más allá de sus claves personales, Odette insistió en que la escritura deconstruye la realidad y nos tienta al descubrimiento individual del misterio en lo poético.

Palabras de Carlos Pintado

Sabemos que lo que transcurre, dicho generalmente del tiempo, es algo que pasa o corre y que tiene una suerte de movimiento hacia adelante, o al menos eso parecen decirnos algunos diccionarios ingenuos. Esa linealidad inquebrantable del tiempo sobre las cosas me inquieta un poco, me interesa menos. Por eso celebro que este poemario de Odette transcurra con esa advertencia que nos hace Margaret Atwood y que Odette usa como uno de los pórticos de este libro: «No se mira hacia atrás en el tiempo sino hacia abajo, a través de él, como en el agua». He aquí una de las claves para leer o comprender mejor el libro. Odette mira hacia abajo, pero no en actitud de sumisión sino de altura, porque lo que transcurre con el libro, poema a poema, verso a verso –Everything Everywhere All at Once–, es la visión de una poeta que está situada en muchos sitios a la vez, geográficos y temporales. […]

Si en otros libros de Odette la poeta se lanzaba al centro del ruedo y desde allí lo incendiaba todo como una única protagonista, venerada y observada por todos, aquí ha elegido instalarse en los contornos en fuga, en el sepia de las sombras; intercambiar protagonismo por transfiguración. Ser ella la que observa. Odette en este libro es ella la que […] recoge la carcoma y desaparece, la que aplaude en las gradas y desaparece, la que se perfila en una ventana, la que toca las aldabas sobre la puerta. Ella es la poeta que ha elegido, por lo menos en este libro, ser ese personaje encapuchado que llega en el momento justo y nos cambia la vida, la vida del poema. No temo decir que de todos sus libros de poesía este es el libro más misterioso, en el que más abunda el légamo, el barro, el humo, en las cosas que parecen fluir o transcurrir cuando miramos hacia abajo. Para mí es su libro más terrenal.

Hay algo fantasmal en su estética y en su factura. «Soy el cuadro en negro» me dice Odette en el poema «Fotos ajenas» y le creo. La fuerza de las imágenes en este libro, profundas, circulares, suavemente surrealistas, inevitablemente cinematográficas, parecen concederle al libro una sensación de novela en verso, un gran poema épico. Un ensayo de cartografía para llegar a otro modelo y transcurrir como transcurre la buena poesía.